El aparente ataque de los Estados Unidos contra Irán de las semanas anteriores y el golpe de Timón que la derecha republicana convencional ha dado para disfrazar a los outsiders que antes respaldaban a Trump, ha tenido un impacto significativo en la percepción internacional que se tiene sobre los Estados Unidos.
En efecto, si hasta hace unos años se creía que Donald Trump podía promover iniciativas que frenarán los excesos económicos de la globalización y que derivaron en el realme industrial de nuestro hemisferio, a través de una convergencia con Rusia, hoy se ha anticipado muchas de estas ideas entre sus propios partidarios.
El retorno a la política convencional de su misión frente a Israel, es un indicador, al igual que la reciente propuesta de Trump para enviar armas ultramodernas a Ucrania. El hecho de que Trump pueda aparecer en los “expedientes” de Epstein (ligado a escándalos de pedofilia) y que el presidente estadounidense esté siendo chantajeado por la judeocracia mundial para regresar a la política exterior de siempre, suena demasiado fantasioso y descabellado. Sin embargo, este factor también está pesando fuerte en los medios alternativos y muchos simpatizantes de Trump se han decepcionado.
En lo que respecta a México, nada de estas cosas es relevante porque nadie en nuestro país es verdaderamente “trumpista” excepto por una cuestión de mera “convergencia” o porque la figura de Trump impacta positivamente en algún rubro que pueda favorecer la agenda de algún grupo nacional en particular. Para tal efecto, podríamos aquí colocar a cuatro grupos de connacionales que por uno u otro motivo respaldan la figura de Trump en Estados Unidos y a los cuales describo de la siguiente forma:
- Liberales pro mercado que no comparten del todo las ideas conservadoras del trumpismo en temas como el feminismo pero que a la vez, son cosmopolitas, aman los pseudovalores burgueses y quisieran que un Pinochet viniera a imponer un gobierno totalmente liberal, que privatice todo y suspenda todas las ayudas dirigidas a sectores económicamente “desfavorecidos”.
- Gente conservadora, activistas antiaborto y católicos de abolengo. De entrada, en este colectivo hay mucha gente de buena fe como Eduardo Verástegui y el Movimiento Viva México. Sin embargo, también hay unos cuantos acomplejados que jamás han visto al olmeca en el espejo y se engañan a sí mismos creyendo que son españoles. Por obviedad, estas personas no tienen una simpatía natural por los Estados Unidos pero su odio a todo aquello que huela a indigenismo los llevó a buscar alianzas con promotores de la agenda MAGA en México.
- Oportunistas de mala fe. Aquí podemos incluir a figuras infames de la política electoral como el priísta woke Alito Moreno y cuadros panistas de derecha como América Rangel, que independientemente de sus posturas en temas como el aborto, fantasean con una intervención que desaloje del poder a la cúpula obradorista por sus supuestos nexos con el narcotráfico y les devuelva el poder, por la gracia de Donald Trump.
- Oportunistas de buena fe. Aquí podemos incluir a personas que ya han defendido todas las camisetas políticas habidas y por haber y ahora ven en el trumpismo una oportunidad para irrumpir en la política electoral mexicana con un proyecto más independiente y verdaderamente propio, con ideas innovadoras que los partidos convencionales jamás estarán dispuestos a apoyar. Aquí podemos ubicar a organizaciones como México Republicano, pero también a Valientes de Isaac Alonso.
- Antiglobalistas y patriotas que estamos en contra de la hegemonía cultural estadounidense y del capitalismo internacional y consideramos que la llegada al poder de Donald Trump era un vehículo para elevar nuestras agendas, las cuales convergen con algunos intereses estadounidenses porque no queremos una globalización dominada por los chinos ni queremos que la agenda woke continúe destruyendo nuestra cultura.
Como se verá, nosotros caemos en el quinto grupo. Y es este en el mismo lugar donde podríamos encontrar a los nacionalistas europeos que aún se encuentran militando en el Frente Nacional Francés (o su sucesor), al profesor Alexander Dugin, a los etnocaceristas del Perú y a otros actores políticos que tratamos de abrirnos camino entre toda la basura ideológica del sistema, a pesar de la censura y el ostracismo.
Como miembro fundador del Frente Nacionalista de México, debo decir con toda honestidad que jamás fui partidario de Trump. Lejos de eso, yo consideré su llegada al poder como algo que le abriría los ojos a muchísima gente, que al darse cuenta de que los estadounidenses jamás nos considerarán como parte de su sociedad, tendría que regresar a sus verdaderos valores mexicanos.
No obstante, algunas personas me dan una importancia exagerada al colocarme junto con Dugin y otras figuras, a quienes se nos acusa de actuar con ingenuidad y de “vender” falsas esperanzas a la gente con respecto a Trump. En México, quienes han difundido estos planteamientos son marginales del tipo nazbol pero también gente nacional-revolucionaria, que antes colaboraba con nosotros y ahora nos denosta.
Para colmo de males, estas personas ni siquiera se molestaron por el tema de Trump sino por el apoyo que brindamos a Eduardo Verástegui en sus iniciativas electorales, argumento que resulta demasiado débil para convencer a sus seguidores. De ahí que ahora se prendan del ataque de Israel contra Irán o del respaldo de Trump al sionismo, cuando estas mismas personas tienen en un altar a Eva Perón, que se entrevistó en su momento con Golda Meir. Los nexos entre el peronismo de izquierda y el sionismo ya han sido expuestos por gente como Cristian Iturralde, que no es en modo alguno nuestro aliado político. Lejos de eso, es un detractor de la causa del nacionalismo.
Por ende, en vez de desunir deberíamos colaborar con un proyecto que nos permita llevar nuestras ideas a más personas.