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Elmo, Donald Trump y Jeffrey Epstein

La primera reacción que tuve cuando me enteré de que la cuenta de X administrada por Elmo, ese simpático personaje de la teleserie Plaza Sésamo, había posteado algunos mensajes con respecto a Donald Trump, sus vínculos con Jeffrey Epstein y su política pro sionista, fue reírme a carcajadas.

No obstante, dejando de lado el hecho de que la cuenta fue hackeada y que los mensajes fueron por estridentes y ajenos a las normas más elementales de civilidad, lo que el hacker puso en la boca de Elmo es de hecho una consigna que muchos antiguos simpatizantes de Trump habrían querido gritar a los cuatro vientos.

Hablamos aquí de un presidente que había dicho que sería diferente en cuanto al hecho de que no seguiría la misma política de sus antecesores tanto demócratas como republicanos, de que sería un antiglobalista y de que lucharía no solo por la soberanía de su país sino también por la de los otros países.

El primer mandato de Trump fue una buena carta de presentación porque partiendo del principio de la no intervención, su gobierno fue el único que no participó en guerras internacionales desde hace mucho tiempo. Al inicio, Trump parecía un disidente constructivo, que intentaba mediar entre los convencionalismos típicamente estadounidenses sobre la libertad de las personas y la necesidad de frenar la agenda woke.

Lamentablemente, el segundo periodo presidencial de este personaje no ha sido constructivo. Lejos de eso, la segunda administración Trump ha sido caótica, pues por un lado, los constantes exabruptos y amenazas de este personaje contra México, Canadá y la Unión Europea, entre otros, provocan antipatía entre los antiglobalistas de otras nacionalidades que veían en el nuevo liderazgo de Estados Unidos una esperanza y que ahora observan la forma en que Trump pretende pisotear a sus pueblos, tal como si esto estuviesen que someterse a su política comercial. El mensaje es claro: ningún país tiene derecho a ejercer ninguna represalia comercial contra Estados Unidos. El Tío Sam manda aquí.

Dejando de lado el hecho de que esto es indigno para cualquier nación, la conducta de Trump fortalece la posición internacional de China, pues ya no estamos en una situación como la de hace 70 años, cuando sin el comercio con Estados Unidos, no había forma real de sostener a un país tecnológicamente ni de obtener bienes de consumo capaces de alimentar a la población sin grandes sacrificios.

La idea de que Estados Unidos pudiera cercar a México o a cualquier otro país para impedirle comerciar con alguien más no solo es absurda sino antieconómica. La política fiscal de Trump es además contraria a la que defendería cualquiera de sus simpatizantes libertarios, pues pretende elevar 10 veces el financiamiento a la migración y al control fronterizo. Además, desalienta la innovación en temas como las tecnologías limpias y prepara al país para un nuevo ciclo de agresiones internacionales que podrían darse a partir del año 2029.

La ruptura entre Elon Musk y Trump se remite al tema del paquete fiscal pero también a cuestiones “filosóficas” de importancia, pues para efectos prácticos el no estadounidense Musk representa mejor a los valores estadounidenses “auténticos”, en lo que respecta a la defensa de la libertad individual, los derechos humanos y un aislacionismo pacifista que coloniza el mundo mediante la tecnología y no mediante la brutalidad y la agresión.

Con la salida de Musk, Trump se ha quedado solo con aquellos partidarios viscerales que profesan un odio visceral hacia México, hacia los afroamericanos o hacia los europeos por el solo “odio”. De ahí que solo unas cuantas de las figuras nacionalistas y libertarias que lo apoyaron continúe haciéndolo ahora. Sin embargo existe un factor que todos subestimaron: el republicanismo convencional.

En efecto, Trump nunca fue un republicano verdadero. Él siempre fue un huésped en ese partido, cuyo verdadero espíritu sigue siendo el que dirigía a la George Bush con su falsa “cruzada” antiterrorista, su carrera armamentística y su alianza con la judeocracia internacional.

Por obviedad, la ruptura de Trump con los “outsiders” innovadores como Elon Musk, aunado a la edad avanzada del presidente y sus notorios problemas de conducta, auguran que los próximos años el régimen MAGA será sustituido por una dictadura cívico-militar convencional, encabezada por personajes como Marco Rubio o Ron de Santis pero dirigida por los intereses de las grandes corporaciones armamentísticas y del sionismo internacional.

Lo de Epstein, lamentablemente, solo es un distractor para quienes se niegan a ver aspectos económicos y materiales evidentes y prefieren concentrarse en los espectáculos televisivos.

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