Geopolítica

El proyecto geopolítico de Trump en la India-Pacífico

Desde que Donald Trump anunció su proyecto fiscal “One Big Beautiful Bill” la polémica se ha reducido preferentemente a la ruptura con Elon Musk, al tema de las tecnologías limpias y al hecho de que Estados Unidos podría verse impactado tras un incremento sustancial del gasto público y una contracción económica que Trump considera como “temporal” debido a la reestructuración global que está realizando, cosa que cualquier liberal consideraría como una anatema. En efecto, para cualquier liberal verdadero, toda política que implica un déficit y toda reestructuración basada en el poder estatal resulta contraproducente. De ahí que las credenciales liberales de muchos libertarios MAGA se estén viendo cuestionadas y no es para menos.

El proyecto fiscal de Trump tiene como parapeto el incremento del financiamiento a las operaciones de aduanas y control de fronteras de 10 billones de dólares a 100 billones de dólares poniéndose como meta el año 2029. Este es el aspecto qué más preocupa al gobierno mexicano y a la población mexicana en general. En este rubro yo no estoy de acuerdo porque de entrada, si Estados Unidos establece un control férreo de la frontera y de la política migratoria, México podría negociar eficientemente el trabajo temporal para millones de personas. Aún así, existe un rubro del que nadie habla y Este es un tema geopolítico.

Me refiero aquí a la propuesta de Donald Trump para asignar 12 billones de dólares adicionales en operaciones militares para la región India-Pacífico, qué busca contrarrestar la influencia de China en el área. Esta situación es internacionalmente relevante porque la propuesta de Trump ha provocado un realineamiento geopolítico. A lo que voy, es que la India había seguido tradicionalmente una política internacional de izquierda y contraria a los Estados Unidos mientras que Pakistán, su adversario gemelo, había seguido una política conservadora y afín a los intereses occidentales. Todavía en tiempos de Bush, Estados Unidos siguió respaldando a Pakistán como su gendarme regional. No obstante, la India no podía quedarse fuera de un proyecto geopolítico de tan enorme talante como el que pretende establecer Estados Unidos en esa parte del mundo. Además, mientras que Pakistán es parte constitutiva del mundo islámico, la India es el polo de su propia civilización, qué es la del hinduismo, y que le es única. De ahí que la India esté más dispuesta a aliarse con los intereses del capitalismo occidental, que no “impone” una religión dogmática. En la India, quienes antes apoyaban a un movimiento comunista de grandes dimensiones que en su momento fue traicionado por Rusia y China, ahora han virado hacia la derecha. Ellos desean formar parte de un proyecto geopolítico donde la India sería el líder regional.

Ahora bien, habría que ver qué tan interesante resulta este proyecto de los Estados Unidos para una región que desde hace varias décadas ha estado bajo la influencia de China.

¿Qué tan “atractivo” es el proyecto India-Pacífico de Estados Unidos?

Tanto la India como las Filipinas, incluso la propia Madagascar, vivieron insurgencias maoístas que durante los años 80s y 90s pusieron en jaque a sus gobiernos y ocasionaron serios problemas de seguridad. Paradójicamente, la ayuda de la República Popular China fue vital importancia para sostener a los gobiernos pro occidentales de esos países, que recibieron asistencia y respaldo de parte de un gobierno que supuestamente se consideraba maoísta e internacionalista pero que la práctica no hacía sino seguir los intereses de su propio imperialismo comercial. En las últimas décadas, las naciones del sur de Asia y del continente africano han hipotecado su existencia a los mezquinos intereses del imperialismo económico chino, que a través de su “Iniciativa de la Franja y la Ruta” ha llevado a esos países a un endeudamiento brutal que implica la cesión casi total de su soberanía económica al gobierno de Beijing. Además, mientras la ayuda económica de los actores financieros convencionales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial estaba sujeta a ciertas restricciones que impedían el respaldo a países con gobiernos cleptócratas, los préstamos chinos no tienen reparo en beneficiar regímenes corruptos mientras el acuerdo resulte usureramente beneficioso para China.

De ahí qué muchas personas decentes en países asiáticos y africanos ahora vean en los Estados Unidos a un aliado insospechado ante la urgencia de desalojar del poder a los cleptócratas y dictadorzuelos militares del subdesarrollo en esa parte del mundo. En efecto, los estrategas de Trump saben que esto es una oportunidad real y es por eso que el nuevo plan fiscal busca asignar alrededor de 596 millones de dólares para promover los intereses estadounidenses, la “democracia” y el crecimiento económico en una región que ha caído bajo el control económico de Beijing. Sin embargo, esto no es todo puesto que el plan fiscal de Trump también contempla un respaldo adicional de alrededor de 5.6 billones de dólares en subvenciones para que países amigos de la región desarrollen sus fuerzas armadas en torno a los sistemas de dominio geopolítico y militar estadounidenses.

Al fortalecer su presencia militar y sus alianzas, Estados Unidos pretende disuadir a China de oponerse a sus intenciones de regresar a la región mediante el uso de la fuerza. Desde el comienzo de su administración, Trump ha desplegado portaaviones como el USS Carl Vinson, el USS George Washington, el USS Theodore Roosevelt, el USS Gerald R. Ford, el USS Nimitz y el Buque de Asalto Anfibio USS América para realizar ejercicios navales como demostración de fuerza.

Los potenciales beneficiarios de este programa podrían ser los estados asiáticos conservadores como Japón, Corea del Sur o Vietnam, que pese a tener un gobierno nominalmente comunista, eventualmente tendrá que aliarse con los Estados Unidos para preservar su propio proyecto nacional, que pretende emular al de la República Popular China pero sin incurrir en imperialismos económicos. La India, con su inobjetable liderazgo en temas como la programación, podría transformarse en un gran aliado para la reconquista de la inteligencia artificial por parte de Estados Unidos.

No obstante, también existe un gran riesgo. Eventualmente, países lacayos como Australia y otras entidades políticas ligadas a la monarquía británica, podrían aprovechar el proyecto para recuperar su control colonial sobre la región.

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